Los incendios dejan grandes daños en el entorno rural en este verano
Con la llegada de las altas temperaturas y las olas de calor, da comienzo la temporada de incendios en la península, una catástrofe que cada año comienza antes. En concreto, en el primer tercio del año 2023 se registraron catástrofes forestales que arrasaron un total de 47.784,98 hectáreas, siendo este periodo el de mayor superficie quemada en la península en los últimos 10 años. A los fuegos que afectaron zonas de Teruel y Castellón en marzo, ahora se ha sumado recientemente el de La Palma, próximo al Parque Nacional de Caldera de Taburiente, que ha afectado más de 4.000 hectáreas y la previsión es que estas semanas sucedan más catástrofes de este tipo.
España es uno de los países de la Unión Europea más afectados por los incendios forestales. Según datos recogidos por Greenpeace, más de un 96% de los fuegos con causa conocida en nuestro país son ocasionados por las personas. Los principales motivos por los cuales surgen estas catástrofes son las negligencias y descuidos- suelen ocurrir en prácticas para las que no se han adoptado las medidas de precaución o se escapan al control humano-, accidentes -incendios provocados, a pesar de haber adoptado todas las medidas de seguridad- y el aumento de las temperaturas -las olas de calor y las escasas precipitaciones, dan un paisaje seco e inflamable-.
Sin embargo, el proceso de recuperación de las zonas afectadas por el fuego puede tardar entre 30 y 50 años, dependiendo de la zona, las especies y las condiciones climáticas. Pero, ¿existen en España plantas o árboles que sobrevivan a un incendio?, ¿cómo podemos devolver la vida a una zona forestal calcinada?, ¿es necesaria la intervención de profesionales para recuperar la vegetación afectada?
Encinas o madroños, especies cortafuegos
Tras un incendio de alta magnitud, el cual deja inhabilitada a la naturaleza para su propia regeneración, es necesaria la intervención de expertos. ¿Cómo debe llevarse a cabo esta planificación?, ¿cómo se evalúa un terreno calcinado? El paisajista Fernando Pozuelo presenta una guía a seguir en casos en los que la acción humana sea requerida.
“En el territorio peninsular contamos con especies con una amplia capacidad de sobrevivir a un incendio. Especies como la Encina - Quercus ilex-, el Madroño - Arbutus unedo-, la Jara -Cistus salvifollius- o el Brezo -Erica multiflora-, gracias a su corteza y a sus hojas son capaces de sobrevivir a temperaturas extremas”, comenta el experto Fernando Pozuelo.
Los expertos insisten en la regeneración natural del terreno afectado, ya que la mayoría de los ecosistemas españoles realizan una autosucesión después de haber sido afectados por las llamas. Es decir, son capaces de regenerarse por sí solos. Como el incendio sucedido en Cortes de Pallás -Valencia- en el 2012, que con el paso de los años la naturaleza se ha abierto camino llegando a recuperar 30.000 pies de hectárea de pinos. Con el incremento alarmante de hectáreas calcinadas en los últimos años y los daños producidos, la regeneración natural se ve comprometida. Con las sequías y las olas de calor recurrentes que vive el territorio, tardaría aún más la completa restauración forestal. Por ello, en casos extremos, la acción humana es más que requerida para ayudar a la naturaleza a su recuperación.
5 claves para restaurar los bosques
Una vez extinguido el incendio en cuestión, y pasado el tiempo prudencial para que no se propague ni reavive, toca poner las medidas pertinentes para restaurar el daño causado:
- Evaluación de los daños. En la mayoría de ocasiones los espacios suelen regenerarse de forma natural, pero se debe realizar un estudio de daños para comprobar si el ser humano debe ayudar al ecosistema. Perimetrar la zona afectada para poder conocer mejor el espacio en el cual se va a trabajar es una tarea necesaria. En esta evaluación se debe elaborar un inventario del perímetro identificando los daños, las características del terreno y especies que han sido afectadas por el fuego.
- Conservación del suelo. Si el suelo está muy dañado no puede regenerar la vegetación, el proceso de restauración ha de iniciarse inmediatamente o poco tiempo después del incendio para evitar que con las primeras lluvias después de la quema se inicien el lavado de nutrientes de la capa de cenizas y/o los procesos de erosión.
- Frenar la erosión. Con el fin de evitar la erosión, se deben realizar barreras de contención ya que el objetivo es impedir que los residuos que arrastran las diferentes precipitaciones lleguen a los espacios habitados.
- Guiar la autosucesión. La naturaleza es sabia, conoce cómo debe reaccionar ante estas catástrofes. Algunas especies -como el Pinus halepensis- reaccionan a las llamas expulsando sus semillas, favoreciendo a la desmielinización. Los expertos indican que se deben evaluar los brotes que surgen tras el paso de las llamas, retirando los más débiles para dejar paso a aquellos que son más fuertes. En el caso de que los brotes sean débiles, pueden obstaculizar las raíces de los nuevos germinados que pueden perdurar, dañando estas y provocando que la recuperación de la flora sea un proceso más largo.
- Repoblar, sólo en casos extremos. Algunas especies necesitan de la ayuda humana, como es el caso del Pino Salgareño, puesto que no se regenera con éxito después de un incendio. Otras como el Enebro -Juniperus oxycedrus- , el Olivo - Olea europaea- o la Coscoja -Quercus coccifera- son denominadas como cortafuegos o poco inflamables. Éstas se encuentran por todo el territorio de la península y en caso de incendios agresivos pueden llegar a recuperarse de forma rápida gracias a su alto contenido en agua y la composición de sus resinas.
Proyectos como RefoSetas, para la recuperación de los montes calcinados en Zamora tras los fuegos del pasado verano, son un ejemplo de cómo el uso de hongos puede conseguir que se regenere la naturaleza. Este proyecto consiste en implantar hongos saprofitos, los cuales, necesitan materia muerta para crecer, utilizando los restos tras el paso del fuego