Sin alarmismos, queremos poner el foco en la evolución del clima y en cómo se están llevando a cabo algunas medidas de adaptación agrícola. Las buenas prácticas en agricultura contribuyen a que preservemos el medio ambiente, mejoremos los suelos los cultivos, optimicemos recursos naturales y aumentemos la producción.
Se llama cambio climático a la variación global del clima de la Tierra. Fundamentalmente se debe a causas naturales, pero también la acción del hombre tiene que ver. No existe un consenso científico sobre cuánto puede influir el hacer del ser humano en el cambio climático, pero lo cierto es que las buenas prácticas agrícolas se están empleando para preservar el medio ambiente. La evolución climática se produce a muy diversas escalas de tiempo y sobre todos los parámetros climáticos: tanto en la temperatura, como en las precipitaciones, la nubosidad, etc.
La evolución del clima es un proceso se da de manera natural y permite que la Tierra tenga una temperatura apta para la vida (de la Edad de Hielo hasta nuestros días, la evolución climática es clara). El problema es que esa retención de calor ha aumentado notablemente en poco tiempo (o al menos así lo percibimos).
En este artículo mostramos diferentes técnicas actuales para adaptar la agricultura a la evolución del clima, para evitar estrés por calor (entre otras cuestiones) que puedan afectar a los cultivos
El granizo afecta a la viña, uno de los frutos indeseados de la evolución del clima
Medidas de adaptación en la agricultura a la evolución del clima
El concepto de adaptación de la agricultura es muy complejo y amplio, y está muy relacionado con el de mitigación; ambas acciones se interrelacionan. Cuanta más mitigación se realice menores serán los efectos y por tanto menos necesaria será la adaptación.
De hecho, la PAC incluye objetivos climáticos en ambos pilares. El Pilar I tiene unas condiciones mínimas en relación a la gestión del suelo, y a partir de este se pueden crear medidas diseñadas a escala más local, propias del Pilar II e incluidas en el Reglamento de Desarrollo Rural.
A su vez, la PAC combina tres actuaciones exclusivamente a la mitigación o a la adaptación al cambio climático aunque hay otras medidas que pueden considerarse que afectan al clima directa o indirectamente.
Aunque estén relacionadas, vamos a centrarnos en la adaptación, para dar respuesta a dos preguntas principales:
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¿Cómo fortalecer la capacidad de adaptación de los productores a corto y largo plazo a los efectos de la evolución del clima?
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¿Cómo incentivar la adopción de medidas que no pueden ser afrontadas por los productores sin apoyo?
A día de hoy, la PAC propone la implantación de incentivos que permitan a los agricultores la posibilidad de hacer frente a los costes que pueda suponer la adaptación de sus cultivos como:
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La compra de maquinaria
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Variaciones en la regulación de riegos
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La capacitación de los agricultores para tomar medidas de adaptación mediante cursos subvencionados
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La ampliación del capital humano
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El aumento a la financiación de los seguros agrarios (dado que verá incrementado su precio debido a las nuevas condiciones climáticas más extremas).
En algunas ocasiones, las decisiones que toman los agricultores están basadas únicamente en la situación del mercado y no tienen en cuenta los efectos que pueden tener el cambio climático sobre sus decisiones.
Para que esta adaptación no resulte negativa, la PAC también ha ideado un plan para evitar la mala adaptación a este modelo. Aunque no sea un objetivo específico de este ni tan siquiera se menciona como tal, existen medidas tanto del Pilar I como del Pilar II que pueden considerarse posibles como medidas a la mala adaptación.
Estas parras sufrieron la evolución del clima a través de una dura tormenta de granizo, a mediados de mayo, lo que causó graves daños en el cultivo.
Algunos ejemplos interesantes de adaptación de la agricultura
Existen dos tipos de acciones de adaptación:
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Las que puede llevar a cabo el propio agricultor:
- La sustitución de cultivos anteriores por otros (o por otras variedades) que se adaptan mejor a las nuevas condiciones de la zona. Por ejemplo, en Castilla-La Mancha está floreciendo una importante cosecha de almendros y pistacheros en lugar de los cultivos de herbáceas que, hasta hace poco, eran los más habituales. La sustitución también se da con el objetivo de aprovechar más el agua, resistir a enfermedades, etc.
- Hacer cambios en las fechas de siembra y/o recolección. Por ejemplo, en España la vendimia ha tenido que adelantarse a los meses más cálidos, como consecuencia de una mayor rapidez en la sucesión de los estados fenológico.
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Las que requieren un apoyo político/económico:
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La realización de una inversión importante (para lo que es necesario un apoyo económico para el agricultor, porque no puede abordarlo por iniciativa própia.
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Las subvenciones a los seguros: al aumentar las condiciones extremas de cultivo, los seguros se encarecen.
Sin duda, las medidas de adaptación de la agricultura a la evolución del clima deben seguir dándose y deben ir mejorando con tiempo, porque ayudan a que siga habiendo actividad agraria pese a las variaciones climáticas.
Sin embargo, si no somos capaces de llevar a cabo estas pequeñas iniciativas agrícolas, cada vez las oportunidades de adaptación serán más exigentes y más bruscas.
