Ya os hemos hablado con anterioridad en Sembralia de lo importante que son las buenas prácticas agrícolas para el mantenimiento de la superficie de cultivo.
Sabemos que la tierra, el suelo, es el principal patrimonio del agricultor, por ello es importante cuidarlo y mantenerlo en buenas condiciones de cultivo.
Queremos hoy poner el foco en los sistemas sostenibles más usados para conservar los suelos.
Los cuatro consejos, buenas prácticas agrícolas, que hoy analizamos son:
- Rotación de cultivos
- Cultivo de cobertera
- Abonos verdes
- Siembra directa
Vamos a contaros un poco más a fondo cómo llevar a cabo estas buenas prácticas agrícolas, consideradas sistemas sostenibles de conservación de suelos.
La rotación de cultivos
La rotación de cultivos es una práctica muy utilizada que consiste en plantar diferentes cultivos de forma rotativa a lo largo del año en la misma parcela de tierra. Principalmente, se hace para mejorar la salud del suelo, porque optimiza sus nutrientes, beneficia al microbioma, y combate la presión de las plagas y las malas hierbas, sin tener que recurrir a abonados frecuentes o a tratamientos fitosanitarios. En la normativa de la Política Agraria Común (PAC), por ejemplo, se fomenta la rotación de cultivos y se apuesta por las leguminosas y las crucíferas como fijadoras de Nitrógeno. Además, esta técnica aumenta el rendimiento del suelo y por lo tanto su producción, suprimiendo la necesidad de nutrientes adicionales.
Otra de las ventajas radica en que cada tipo de cultivo incluido en la rotación tiene un sistema radicular diferente y explora distintas profundidades del suelo. De este modo, los cultivos que llegan a las capas más profundas son capaces de extraer los nutrientes y el agua retenidos en dichas capas. Además, la expansión de las raíces causa un aumento de la porosidad que es muy beneficioso para mejorar la estructura y la fertilidad del suelo.
En esta secuenciación a largo plazo de las especies es importante seguir un plan de acción estructurado y tener el campo preparado para ello.
Cultivo de cobertura
Cultivo de cobertura es el nombre que reciben las coberturas vegetales. Se trata de un cultivo que se siembra entre las calles de los cultivos objetivo para proteger el suelo (evita la evaporación del agua y la erosión) y mejorar su fertilidad (a través de la fijación biológica del nitrógeno), además permite controlar la maleza e incrementa la biodiversidad en sistemas de producción agroecológicos.
La implementación de este tipo de cultivo consiste en dejar crecer la vegetación silvestre o sembrar determinadas especies (preferiblemente leguminosas para fijar nitrógeno en el suelo). El problema de esta técnica es el manejo de la cubierta vegetal, ya que se debe prestar atención a la posible competencia que pueda existir entre el cultivo objetivo y el cultivo cubierta. El momento de siega de la cubierta vegetal será clave para el correcto funcionamiento de esta técnica.
Abonos verdes
Denominamos abono verde al cultivo que se siembra con el objetivo de ser incorporado al suelo cuando aún está verde.
Generalmente son especies de crecimiento rápido para actuar como cubierta vegetal y lo ideal es que sean leguminosas para fijar el nitrógeno en el suelo.
Entre los múltiples beneficios de sembrar un abono verde destaca que en el momento en el que está establecido en el suelo, lo protege de la erosión, evita el lavado de nutrientes (el abono verde absorbe los nutrientes evitando que estos percolen), previene el crecimiento de malas hierbas, enriquece el suelo con el nitrógeno que fijan las leguminosas para el siguiente cultivo y las raíces contribuyen a mejorar la porosidad y la infiltración de agua.
Asimismo, cuando se incorpora el abono verde al suelo aporta materia orgánica mejorando la estructura del suelo y aportando los nutrientes propios de la descomposición del abono verde. Además, con la aportación de biomasa, se obtiene una mayor cantidad y variedad de microorganismos, los cuales producen sustancias químicas que estimulan el crecimiento del cultivo objetivo.
Siembra directa
La siembra directa al ser una técnica de cultivo sin laboreo no altera la estructura del suelo, de este modo se previene la erosión, y se conserva el carbono y la humedad.
También contribuye a preservar el microbioma del suelo, ya que el laboreo interfiere en el equilibrio entre la flora y la fauna que habita el suelo.
Por último, esta técnica, al no introducir maquinaria para laboreo en la parcela, evita la compactación. Cada vez más agricultores utilizan este método para ahorrar costes (de maquinaria) y tiempo de trabajo, y para reducir e incluso eliminar la mano de obra.
Las buenas prácticas agrícolas que mejoran el suelo
En definitiva, debemos entender el suelo como un elemento vivo, es decir un ecosistema dinámico y muy diverso. Son muchos los factores que interactúan con él y de los que depende su salud, no hay, por ende, una solución única para todos los suelos, sino que hay que estudiar las necesidades de cada parcela. Te animamos, por tanto, a cuidar tu suelo pensando que son el patrimonio y la principal herramienta de cualquier agricultor.