Como bien sabéis, la temperatura es un factor climático clave que influye en los distintos procesos que ocurren en melocotonero, a lo largo del ciclo vegetativo. Según la estación, la temperatura afecta de distinto modo a la planta.
Vigila la temperatura en otoño y principios de invierno
Las bajas temperaturas pueden provocar daños en la planta. La magnitud de éstos depende de la duración e intensidad de la helada y del estado de la planta (reposo, estado sanitario, lignificación, patrón). El árbol es capaz de resistir temperaturas de hasta -30°C cuando se encuentra en reposo vegetativo. Las yemas van siendo más sensibles cuando la actividad vegetativa recomienza.
Se ha observado que existe una gran variabilidad dentro de la especie a la cantidad de horas-frío necesarias (vernalización), existiendo algunas variedades de muy bajas necesidades y otras con altas. Algunos modelos para calcular las horas-frío han sido realizados tales como el de Weinberger o el de Utah. Existen algunas variedades con pocas necesidades de horas-frío (variedades americanas o las oriundas de Canarias con menos de 100 horas-frío) mientras que otras tienen altas necesidades (melocotón de Calanda con más de 1200 horas-frío).
Se puede decir que el cultivo se está meridionalizando en búsqueda de la precocidad o extraprecocidad de la recolección, lo cual ha sido posible gracias a la disponibilidad de variedades con bajas necesidades de frío (low chilling). Cuando la variedad no recibe las horas-frío necesarias se producen irregularidades en la brotación (lentitud en el crecimiento vegetativo) y floración (retrasos). El rango de variedades permite tener melocotoneros en climas notoriamente distintos debido a las diferentes exigencias en horas-frío de las distintas variedades.
Las temperaturas otoñales elevadas pueden provocar el aborto, caída u otras alteraciones de yemas florales tras haberse iniciado. Temperaturas de 25°C durante dos semanas destruyen el conjunto de los primordios florales.
Floración del melocotonero: temperatura en primavera
Las flores abiertas y frutos jóvenes son poco resistentes a las temperaturas inferiores a -3°C, que provocan su destrucción. El periodo de floración es el que más riesgo corre de pérdida de cosecha. En función de la probabilidad de heladas se define la posible área de extensión de las variedades.
La fecha de desborre está marcada por la acumulación de horas-calor. La velocidad de crecimiento aumenta con la temperatura. El modelo de predicción de la fecha de desborre se hace con la suma de temperaturas. Estas se empiezan a contar a partir de una fecha determinada y una temperatura umbral fijada por el modelo. Richardson calculó mediante el modelo Utah (T umbral 4,5°C, fecha comienzo fin de la dormancia) los grados-hora necesarios correspondientes a diferentes estados fenológicos. Por ejemplo, para la yema hinchada, hacen falta 2000grados-hora en la variedad Redhaven.
La temperatura es un factor muy influyente en los siguientes estadios de la planta. Durante la polinización, son necesarias temperaturas superiores a 10°C para la actividad polinizadora de los insectos. La fecundación y el posterior cuajado están favorecidas por temperaturas medias suaves (T>10°C). Las temperaturas inferiores provocan ralentización de los procesos y aborto del embrión.
¿Y qué hacemos con el calor en verano?
El melocotón tiene un óptimo térmico fotosintético bastante elevado (alrededor de los 30°C). Como en otras especies, la alternancia de temperaturas diurnas y nocturnas favorece el balance de asimilación neta. Las altas temperaturas favorecen el desarrollo de los frutos especialmente después de la floración mientras que las temperaturas bajas producen el agrietamiento. La temperatura afecta a la coloración de la epidermis, la forma y composición química del fruto.
El sol es buen amigo del melocotón, pero con cuidado
Se trata de un árbol muy heliófilo. El melocotonero es sensible a la lacra de luz presentando carencias (defoliación, floración insuficiente, mala coloración del fruto) en plantaciones mal iluminadas o con mucha competencia.
Agua: vigila el estrés hídrico del melocotonero
El melocotón es una especie que acusa la ausencia de agua manifestándose a través de la disminución del crecimiento vegetativo global. La escasez hídrica afecta asimismo a la calidad y cantidad de frutos sobre el árbol. Una sequía prolongada durante el periodo de desarrollo del fruto puede llevar a la caída del mismo. Entre otros parámetros, la escasez hídrica influye en la coloración, las cualidades organolépticas y la aptitud para la conservación del fruto. Si se produce una lluvia abundante después de un periodo de sequedad pueden presentar resquebrajamiento (especialmente las nectarinas y bruñones).
Pese a esta exigencia de agua, se puede observar en el anuario del MARM plantaciones de melocotoneros en secano en CCAA donde las precipitaciones no son muy elevadas (como por ejemplo en Comunidad Valenciana). La carencia de agua exige un cuidado de otros parámetros para optimizar la eficiencia de uso del agua (EUA). En cualquier caso, los cultivos en secano producen 1.5-7 veces (función del clima) menos que uno de regadío.
Las necesidades de agua del melocotonero dependen del clima (precipitación, temperatura, insolación y humedad), del suelo (textura, pendiente…) y de factores culturales (cobertura de suelo, densidad de plantación, orientación, variedad y periodo del ciclo).
El melocotonero es una especie especialmente sensible al encharcamiento debido a la asfixia radicular. Asimismo, un entorno edáfico húmedo favorece el desarrollo de enfermedades criptogámicas. En cuanto a la humedad ambiental, el melocotonero es una especie adaptada a la baja humedad ambiental.
El viento perjudica los frutos del melocotonero
Produce daños en hojas y frutos debido al roce entre sí. Esto es una causa importante de la depreciación sufrida por los frutos. Los vientos secos puede aumentar considerablemente la ETP de los cultivos debido al fenómeno de advección. En algunos casos, para proteger a las plantas, se disponen barreras cortavientos.