Rediseñar la agricultura pasa por apostar por maquinaria inteligente (conectada con diversos sistemas que le permita trabajar de manera autónoma), realizar completos análisis y proyección de datos (que permitan al agricultor tomar decisiones eficientes en el menor periodo de tiempo), robotización de recursos que mejoren la calidad de vida del usuario, ahorrar bienes escasos (como los recursos hídricos, reducción del uso de fertilizantes y fitosanitarios) para lograr -entre otras cosas- el consecuente ahorro económico y menor impacto medioambiental.
No en vano, cuando se habla de transformación digital la clave radica en que los desarrollos deben llegar a clientes que los utilicen, deben aportar valor a la sociedad, generar impacto y cambiar, de alguna manera, la forma de hacer las cosas.
La evolución de la sociedad en los últimos años está marcada por el desarrollo tecnológico exponencial, que no tiene comparación posible con épocas anteriores. Cuando hablamos de transformación digital es necesario hablar de un cambio disruptivo en prácticamente todos sectores.
Estamos siendo protagonistas de un cambio de paradigma: la Revolución 4.0. La transformación digital viene de la mano de muy variadas y novedosas tecnologías que hacen que sea necesario replantear desde procesos hasta modelos de negocio. El impacto en la agricultura es claro y todas las tecnologías exponenciales le afectan:
- Inteligencia Artificial: cambiando la forma en la que tomamos las decisiones, basándonos en datos capaces de ofrecer descripciones, diagnósticos, predicciones y en niveles más avanzados prescripciones. Todo ello basado en observaciones y análisis algorítmico avanzado.
- Big Data: hoy en día, esta tecnología nos permite almacenar una gran Variedad y Volumen de datos, procesarlos a una Velocidad creciente cada año con una seguridad alta acerca de su Veracidad, aportando un gran Valor al usuario. El agricultor no sólo cuenta con su histórico de datos si no que tiene la posibilidad de usar la globalidad de los datos para tomar decisiones.
- Cloud computing y movilidad: estas 2 tecnologías de base han generado una auténtica revolución que también afecta al entorno rural y es que, para procesar información, ya no es necesario más que un terminal (teléfono móvil) y una conexión de alta velocidad. El mundo hiperconectado ofrece la posibilidad de usar capacidad de computación a distancia.
- BlockChain: la trazabilidad completa y segura de la cadena de suministro es una posibilidad real hoy. La tecnología blockchain permite asegurar la veracidad de cada paso documental en la cadena de suministro haciendo que monitorizar y gestionar los datos sea un trabajo instantáneo.
Estos son sólo algunas de las tecnologías que por sí mismas tienen el poder de cambiar el paradigma de muchos negocios e interacciones sociales. Lo extraordinario de este momento es que estas tecnologías hoy día confluyen en el tiempo, multiplicando su efecto.
La concurrencia de tecnologías habilitadas por la conectividad y la movilidad nos obliga necesariamente a rediseñar la agricultura. Los procesos habituales poco o nada tienen que ver con las posibilidades que ofrece la tecnología ahora y tampoco dan respuesta a las necesidades nutricionales, medioambientales y sociales.
La digitalización de la agricultura es la base sobre la que se sustenta la intensificación sostenible de la agricultura, junto con otras tecnologías como la bioquímica o la energética.