La poda del olivo es la clave del rendimiento de este cultivo, tan tradicional en nuestro país. De hecho, el olivar es uno de los principales cultivos de la agricultura española, con más de 2,7 millones de hectáreas repartidas por buena parte de nuestra geografía. Por eso, sus cuidados son fundamentales.
Ya os hemos contado, en anteriores artículos de Sembralia, cómo es este cultivo y qué variedades son las más demandadas. Hoy os queremos hablar de la práctica de la poda, porque es esencial en el olivo para garantizar el equilibrio adecuado entre las funciones vegetativas y reproductivas de los árboles.
Gracias a la poda es posible lograr altos rendimientos sin comprometer la salud y vitalidad de los árboles, reducir el tiempo improductivo en plantaciones jóvenes, prolongar el tiempo productivo y prevenir el envejecimiento prematuro de los árboles.
Durante la vida del olivar, y en general de la mayoría de los árboles, se pueden distinguir tres períodos diferentes. El primero es un período de crecimiento vegetativo intenso y aún no ha comenzado la fructificación. En el segundo período, el árbol entra en la fase de producción y produce una gran cantidad de frutos, mientras que continua su desarrollo vegetativo. Finalmente, en el tercer período, el árbol experimenta un declive tanto en el crecimiento vegetativo como en la producción de frutos debido al envejecimiento.

Tipos de poda en el olivar
La poda es una práctica necesaria que debe adaptarse a cada etapa de la vida del árbol, dividiéndolo en tres fases:
- Durante el primer periodo se debe podar con moderación o no podar en absoluto para dañar lo menos posible al árbol. De hecho, aquí es importante aplicar un plan de poda unido al de fertilización de olivos jóvenes, como os contábamos en este articulo sobre el plan de abonado en los primero años del olivo.
- Durante el período productivo del olivo, se deben realizar podas ligeras para controlar el vigor.
- Finalmente, durante el período de vejez, las podas deben ser más intensas, pero con menos frecuencia porque con la edad, la capacidad de recuperación del árbol disminuye.
Pero ésta no es la única división que encontramos en materia de poda del olivo. También según sea el objetivo se pueden identificar cuatro tipos principales de poda:
- Poda de formación:
Con este tipo de podas se da una estructura al olivo que sirva de soporte para los órganos vegetativos y reproductores durante la vida productiva del cultivo. El esqueleto debe ser robusto y debe estar adaptado al marco de plantación, ya que de ello dependerá tanto la calidad como la cantidad de la cosecha, así como la facilidad y economía de la realización de las labores.
Esta poda puede debilitar al árbol aumentando su periodo improductivo, por lo que durante este periodo se deben realizar las mínimas intervenciones necesarias para darle al olivo la estructura deseada.

- Poda de producción:
Las podas de producción se realizan durante la etapa productiva del árbol para maximizar los rendimientos obtenidos por el agricultor. Los objetivos técnicos principales de esta poda son, aumentar la cantidad de radiación solar captada por la copa, alcanzar una relación hoja/madera elevada para mantener un volumen de copa óptimo, alargar el periodo productivo del olivo y adaptar el cultivo a la recolección mecanizada. En la poda de formación se deben eliminar los chupones grandes debido a su alto consumo de energía y al sombreo que producen a las ramas de niveles inferiores, pero se deben mantener los chupones más débiles que dan sombra a la estructura del árbol para evitar quemaduras. Asimismo, se deben eliminar las ramas más bajas porque tienen mala iluminación y dificultan la mecanización. Por último, para lograr un aprovechamiento óptimo de la luz se buscan copas lobuladas, ya que, en estas, la producción es mayor.
- Poda de renovación:
El envejecimiento del olivo tiene como consecuencia la disminución de la relación hoja/madera, lo que provoca un aumento de la vecería y una bajada tanto de calidad como de rendimiento de las cosechas. La poda de renovación debe realizarse antes de que se produzca el envejecimiento completo del árbol. Síntomas como el escaso crecimiento vegetativo del nuevo material vegetal, la defoliación y la apreciación de decadencia, denotan que una rama debe ser eliminada, lo que indica que debe comenzar el proceso de renovación del árbol. La posibilidad de realizar este tipo de poda en el olivar reside en la alta capacidad de autorregeneración del cultivo gracias a la gran cantidad de yemas latentes que existen en la madera vieja.
- Poda en verde:
Este proceso implica quitar los brotes adventicios que de manera natural produce el olivo en la base, tronco o ramas principales. Estos brotes suelen ser más abundantes y fuertes en la parte inferior del árbol y deben eliminarse antes de que se conviertan en chupones vigorosos y debiliten al árbol.
Siempre tenemos que tener en cuenta que la poda del olivo se realiza tras la recolección de los frutos que y dependerá del tipo de recolección y su destino. Si la oliva se recolecta como aceituna de mesa, lo habitual es podar el árbol entre los meses de noviembre y diciembre. En caso de que el objetivo sea producir aceite de oliva, el período de poda se retrasa a los meses de febrero, marzo y abril.
Por último, os recomendamos prestar mucha atención al clima, porque lo importante es evitar podar cuando todavía hay riesgo de heladas. Por eso, la fecha exacta puede variar según las condiciones de cada entorno.
Y, no olvidemos que igual de importante que es el tiempo y el clima, es fundamental contar con buenas herramientas para la poda de olivo. Os dejamos por aquí algunas sugerencias, que están disponibles en la tienda de Sembralia.
PRODUCTOS RECOMENDADOS EN SEMBRALIA:
Autor: Jorge Salgado, Departamento Agronómico