¿Qué debemos hacer para conservar en buenas condiciones los suelos?
En muchos casos hablamos de buenas prácticas agrícolas que mejoran la conservación de los suelos, pero poco foco se pone en lo que no debemos hacer. Existen prácticas nocivas que perjudican nuestros suelos, como el excesivo laboreo, la aplicación indiscriminada de insumos agrícolas o el riego defectuoso.
Hoy vamos a poner atención en todas aquellas cuestiones que generan un impacto negativo en nuestros suelos y que debemos evitar a toda costa. Y es que como ya os contamos en otros artículos, para ser sostenibles y conservar el suelo en buen estado, la clave es el mantenimiento.
El suelo es el patrimonio de todo agricultor.
Las buenas prácticas agrícolas nos ayudan a su conservación.
Diferentes grados de impacto sobre el suelo
El impacto sobre el suelo de la agricultura es inherente y singular. Existen otros tipos de impacto en el suelo (el más obvio es la minería) pero en el caso de la agricultura la clave está en que se trata de un impacto que proporciona una transformación (a veces, incluso, un amejoramiento).
En líneas generales, la agricultura (mediante buenas prácticas) proporciona beneficios al suelo:
- La agricultura tiende a maximizar el aprovechamiento de los recursos minerales
- Se altera estructura, textura y composición química y biológica (pero siempre pensando en la conservación para que siga siendo un recurso útil)
- Gracias a la agricultura, y a los estudios de suelo, conocemos si se produce alguna perdida de recurso (como la deficiencia de micronutrientes, que se puede corregir y complementar), por lo que se consigue paliar los daños.
Sin embargo, al igual que os decimos que las buenas prácticas agrícolas contribuyen a mejorar el suelo, existen una serie de actuaciones comunes que pueden tener efectos negativos si no se ejecutan con racionalidad.
Prácticas que debemos evitar para mantener el suelo en buenas condiciones
El sentido común es la mejor guía para saber qué debemos hacer y qué no. La experiencia en el entorno rural es un grado, por lo que resumimos aquí una serie de puntos que debemos evitar, así como los efectos negativos (perjudiciales) que llevan aparejados.
- Exceso de laboreo. La pérdida de estructura del suelo se produce por culpa, generalmente, de un exceso de laboreo, compactación de los suelos y el abuso del monocultivo continuado, sin rotación alguna. También se puede producir la perdida de suelo debido a un laboreo inadecuado (fuera de época o excesivo).
- Aplicación indiscriminada de insumos. En otros casos se produce la no deseada salinización de los suelos, bien por un exceso de fertilización o por un riego ineficiente (que arrastre o que fije componentes no deseados
- La pérdida de materia orgánica es otro de los grandes conflictos del mantenimiento del suelo. Aquí también el exceso de laboreo o el exceso de fertilización son factores perjudiciales.
- La disrupción de la microbiota (la falta de microorganismos beneficiosos como las lombrices) se debe en muchos casos a la aplicación de sustancias tóxicas, o -de nuevo- al exceso de laboreo.
- Contaminación del suelo. No solo hablamos de la filtración en acuíferos, sino también del suelo. Las malas prácticas agrícolas en zonas muy mediáticas son los que ejemplifican que se estaba haciendo una aplicación inadecuada de fitosanitarios (u otras sustancias).
Con un buen plan de abonado, y siendo respetuosos con el suelo, conseguiremos conservar nuestro patrimonio natural. Recuerda que el suelo es un recurso limitado, y haciendo buen uso de él podremos obtener rendimiento durante muchos años.