El mantenimiento del suelo es clave en la gestión agrícola
De un tiempo a esta parte os venimos hablando de la conservación del suelo y de la sostenibilidad ambiental. Estos dos factores, que deben ir de la mano, suponen los grandes retos de la agricultura del siglo XXI, que es la agricultura actual.
Los agricultores son conscientes de que debemos proteger los suelos, que son el patrimonio de cada uno de ellos, a la vez que buscamos tres claros objetivos:
- Producir más
- Producir mejor
- Producir sostenible
Estos objetivos, gracias a las mejoras continuas en la fabricación de los insumos, son perfectamente compatibles. De lo que se trata es de conseguir que las prácticas agrícolas consigan la integración con la naturaleza (mediante el uso de fertilizantes sostenibles, por ejemplo).
De hecho, estamos viendo en las políticas europeas (la PAC) un cambio de paradigma en el concepto de suelo (cada vez más concienciados con su mantenimiento y protección, con planteamientos a largo plazo).

El principal recurso del agricultor
El suelo se encuentra en equilibrio con su entorno, de lo que se trata es de mejorarlo pero siendo sostenibles. Como decíamos antes, los agricultores saben bien que el patrimonio natural que poseen está en su suelo, y cada vez están más concienciados con los productos que añaden.
No solo hablamos de agricultura ecológica, sino que también la tradicional se está volcando en la eficiencia de los insumos (la focalización: añadir lo justo, y que sea medioambientalmente respetuoso).
Una de las cuestiones que más nos preguntan en Sembralia es acerca de las transformaciones del suelo (orgánicas e inorgánicas). Es decir, el conjunto de procesos que conllevan cambios de composición y forma de los compuestos orgánicos o inorgánicos que pueden afectar al material del suelo.
Se dice que la gestión sostenible del suelo es el gran reto para la agricultura actual porque es clave en la conservación de nuestro patrimonio rural.
Cuando hablamos de sustancias húmicas (como los ácidos húmicos y fúlvicos) o de las micorrizas, siempre nos preguntan por la importancia del bioma (macrofauna, microfauna y microbioma). Y es que esos pequeños microorganismos son el foco de atención de quienes buscan naturalmente mejorar los suelos. El suelo es un recurso ecosistémico bajo serias presiones por el uso de la tierra.
La materia orgánica del suelo (también llamada MOS por sus siglas) es clave para la fertilidad del suelo, mejorando la estructura del suelo y los procesos asociados de humedad y aireación del suelo y proporciona nutrientes. En ese sentido, es importante hacer un seguimiento de la evolución y estabilización en equilibrio con las condiciones climatológicas.
¿Sabías que el tiempo que se necesita para formar un suelo es del orden de miles de años (se ‘regenera’ en una media de 0,1-1 mm/año)? Por eso se suele decir que el suelo es un recurso NO renovable, aunque realmente eso no es del todo cierto. Por así decirlo, los procesos siguen haciéndose, pero a un ritmo que no nos permitirá verlo en un ciclo de vida humana.
En cualquier caso, de lo que se trata es de conseguir mantenerlo en las óptimas condiciones el mayor tiempo posible, para evitar que se degrade. En definitiva, la clave de la conservación del suelo está en el mantenimiento.