Las previsiones para la campaña de aceituna 2025 apuntan a una producción inferior a la del año pasado.
El clima y las lluvias marcarán el volumen y la calidad del aceite de oliva español.
La campaña de aceituna en España entra en una fase clave. Con el hueso ya formado y la parada estival en marcha, el olivar afronta los meses decisivos para determinar el volumen final de la cosecha. Las primeras estimaciones de producción de aceituna hablan de una reducción significativa respecto a la pasada campaña, en gran parte debido a la sequía persistente y las altas temperaturas.
¿Cómo se realizan las estimaciones de cosecha de aceituna?
A estas alturas del año, las organizaciones y técnicos agrarios realizan visitas de control a diferentes zonas productoras del país. En estas inspecciones se evalúan el número de frutos por brote, el calibre medio, el estado sanitario y la disponibilidad de agua en el olivar.
Un fruto bien desarrollado, con un peso medio de entre 3 y 4 gramos, puede contener hasta un 25% de aceite. Sin embargo, en campañas marcadas por la falta de agua, el peso medio cae a 1-2 gramos, reduciendo drásticamente el rendimiento graso y, por tanto, la producción de aceite de oliva.
Este año, los conteos iniciales apuntan a un descenso notable en el número de frutos por brote, con cifras que rondan la mitad de las registradas el año pasado. Este dato, unido a las condiciones meteorológicas, es clave para anticipar una campaña más corta. Es por eso que apostar por la aplicación de potasio en verano pueda ayudarnos a mejorar la calidad de la aceituna.
Comparación con campañas de aceituna anteriores
Según las primeras proyecciones, la producción nacional de aceituna podría situarse entre los 1,3 y 1,7 millones de toneladas, frente a los más de 2 millones obtenidos el año pasado. Esta horquilla dependerá en gran medida de lo que ocurra en los próximos meses:
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Si llueve en septiembre y octubre, el fruto podrá engordar y mejorar el rendimiento graso.
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Si la sequía continúa y las temperaturas altas se prolongan, el calibre de la aceituna disminuirá y la producción será menor.
El olivar de secano es el más afectado por esta situación, mientras que las explotaciones de regadío mantienen mejores expectativas. No obstante, incluso en estas últimas, la limitación de recursos hídricos podría condicionar la campaña.
De hecho, en pleno verano, la fertilización potásica del olivar cobra especial relevancia. Y es que el potasio es un nutriente clave en la formación del fruto, la acumulación de azúcares y la síntesis de aceite. Su aplicación en esta época ayuda a mejorar el calibre de la aceituna, optimiza el rendimiento graso y aumenta la resistencia del árbol al estrés hídrico y a las altas temperaturas.
Por eso, en campañas marcadas por la sequía, un aporte equilibrado de potasa al olivar, combinado con una adecuada gestión del riego, puede marcar la diferencia entre una aceituna de bajo peso y una cosecha con buena rentabilidad y calidad para la producción de aceite de oliva.
Un posible adelanto de la recolección
En zonas con menos carga de fruto, es probable que la maduración se adelante, obligando a iniciar la recolección antes de lo habitual para evitar pérdidas de calidad, tal y como refieren desde la Denominación de Origen Protegida Sierra de Cazorla. Esto implicaría que parte de la campaña se concentre en semanas previas a la fecha tradicional, especialmente en variedades tempranas y áreas más cálidas.
