Conoce cómo evoluciona el olivo en los meses más calurosos, qué tratamientos conviene aplicar (y cuáles no) y cómo gestionar plagas como el prays para asegurar el rendimiento de la campaña.
El verano en el olivar: una etapa de transición clave
El verano es un momento crucial en el ciclo del olivo en España. Tras la floración y el cuajado del fruto, la planta se prepara para un período de aletargamiento estival, en el que reduce su actividad vegetativa como respuesta a las altas temperaturas. Comprender este proceso y saber qué tratamientos aplicar —y cuándo— es fundamental para asegurar el éxito de la próxima cosecha.
En regiones como la Sierra de Cazorla, donde la D.O.P. monitorea regularmente las fases del cultivo, se ha confirmado que este año la caída fisiológica del fruto (o caída de San Juan) ha sido significativa. Esta pérdida natural de aceitunas ocurre cuando el árbol no dispone de recursos suficientes para madurar todos los frutos cuajados, lo que obliga a la planta a priorizar.
A pesar de la sequía que arrastra la comarca durante cuatro campañas consecutivas, el olivo ya ha completado su primera fase de desarrollo y se mantendrá activo hasta mediados de julio. A partir de entonces, el árbol ralentiza su metabolismo y entra en reposo, esperando temperaturas más suaves para reactivarse, en torno a finales de agosto.
Control del prays y otros tratamientos en verano
Una de las amenazas más importantes en esta época es la tercera generación del prays, una polilla cuyas larvas se introducen en el fruto y se alimentan de la semilla antes de que el hueso termine de formarse. En este 2024, se ha registrado una incidencia del 50% en algunas zonas, lo que obliga a una gestión cuidadosa.
¿Cuándo tratar?
El tratamiento fitosanitario contra el prays debe aplicarse si se supera el 20% de frutos afectados, y debe realizarse antes de la parada vegetativa del olivo, en junio.
Afortunadamente, el calor intenso del verano puede actuar como un aliado: temperaturas elevadas reducen la viabilidad de los huevos y la supervivencia de las larvas, sobre todo en zonas más tardías.
Por otro lado, conviene recordar que los tratamientos foliares son poco efectivos a partir de mediados de julio. Con temperaturas cercanas a los 40 °C, el olivo cierra los estomas de sus hojas para protegerse de la deshidratación, lo que dificulta la absorción de nutrientes aplicados por vía foliar.
Recomendación: Reserva tratamientos nutricionales para finales de agosto, cuando la planta vuelva a mostrar actividad y las hojas estén receptivas.
¿Es normal que el olivo tire hojas en verano?
Sí. La muda de hojas es un proceso fisiológico natural del olivo durante los meses más calurosos. Las hojas envejecidas toman un tono amarillento y caen, algo que puede preocupar al agricultor pero que no es signo de enfermedad ni de carencia nutricional, salvo casos extremos. Su intensidad depende del equilibrio entre hojas viejas y nuevas, y varía entre parcelas según el manejo y las condiciones ambientales.
El verano no es una época de alta actividad en el olivar, pero sí de observación y estrategia. Saber cuándo actuar, cómo responder ante plagas como el prays y cuándo dejar descansar a la planta son claves para preservar el rendimiento de la cosecha y evitar intervenciones ineficaces. El conocimiento técnico y el seguimiento fenológico, como el que realiza la DOP Sierra de Cazorla, son aliados indispensables para un manejo exitoso del olivar.