¿Qué significa agricultura de conservación?
La agricultura de conservación apareció hace décadas como alternativa a la agricultura convencional. Su origen ocurrió en Estado Unidos en la década de los 30, después de una sucesión de años de sequía que causaron grandes problemas de erosión y pérdida de suelo.
Hoy en día, la agricultura de conservación, también llamada agricultura sin labranza, se practica mundialmente. En Europa no se ha desarrollado tan rápido como en Estados Unidos; y España es líder europeo con el mayor número de hectáreas cultivadas bajo la agricultura de conservación.
La FAO define la agricultura de conservación como un “sistema de cultivo que puede prevenir la pérdida de tierras cultivables y a la vez regenerar las tierras degradadas”.
Con este método de cultivo, se realizan una serie de técnicas las cuales tienen como principal objetivo conservar el medio ambiente; mejorar el manejo integrado del suelo, el agua y los recursos biológicos disponibles; y hacer un uso más eficiente y efectivo de los recursos naturales.
¿Cuáles son las prácticas de conservación?
La agricultura de conservación se basa en tres principios fundamentales que se adaptan según la zona:
- La alteración mecánica mínima del suelo mediante la siembra directa, en la cual no se realiza ninguna labor en el suelo desde la recolección del cultivo hasta la siembra siguiente, haciendo que se mantengan los restos de la cosecha.
- Cobertura vegetal permanente del suelo con los residuos del cultivo o con cultivos cubierta.
- Diversificación de especies mediante una rotación de cultivos que comprendan al menos tres diferentes.
¿Qué es el sistema de labranza de conservación?
Para que un cultivo sea denominado como de conservación, tiene que pasar unos años realizando acciones relacionadas con este que puedan concluir en la denominación como
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Lo primero que se hace es eliminar el arado. Introducimos cultivos de cobertura después de la cosecha y la única maquinaria que se puede usar son gradas de dientes, pulverizadores o rotativas.
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En la segunda fase se mejora la fertilidad y las condiciones del suelo. En esta fase, además, hay un incremento de plagas y de la maleza que debe controlarse.
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En la siguiente fase, el sistema de cultivo se va a ir estabilizando progresivamente.
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En la última fase se llega a la etapa de equilibrio y los rendimientos van aumentando, pudiendo alcanzar y superar a los de la agricultura convencional.
Influencia en la calidad del suelo de la agricultura de conservación
Los principios de la agricultura de conservación pueden influir en la calidad del suelo, sobre todo en la estructura de este:
Influencia del no laboreo:
Al no realizar labranza y retener residuos, los suelos se vuelven más estables y menos susceptibles al deterioro estructural debido a que se mejora la distribución de agregados ya que estos no se rompen. Además, al no realizarse labranza, la materia orgánica en el suelo no se redistribuye, provocando una mejora en su estructura. También no se alteran las poblaciones de macrofauna
Influencia de la cobertura vegetal permanente:
Debido a la importancia de la materia orgánica en el suelo, el manejo previo de residuos del cultivo es fundamental para el desarrollo estructural y la estabilidad del suelo. Se mantiene una capa de vegetación sobre la superficie del suelo que disminuye la erosión del suelo al protegerlo contra fenómenos meteorológicos, elimina malas hierbas, incrementa la formación de agregados, evita una compactación y ayuda a mantener la humedad del suelo.
Influencia de la rotación de cultivos:
La rotación de cultivos puede influir en el carbono orgánico del suelo al alterar la cantidad del aporte de materia orgánica que, como hemos visto anteriormente, influye en la agregación del suelo.
Ventajas e inconvenientes de la agricultura sin labranza (también llamada agricultura de conservación)
VENTAJAS:
Se obtienen varias ventajas de la agricultura de conservación tanto en el plano mundial como en el regional, el local o el de la explotación agrícola:
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Mejora la biodiversidad. Al tener un gran número de restos vegetales sobre el suelo, proveen alimento y refugio a muchas especies de animales. Además, se pueden desarrollar estructuras vivas en el suelo diversas en seres vivos, como microorganimos, nematodos, lombrices e insectos. Estas especies van a ser beneficiosas para la formación del suelo y para la agricultura. Por ejemplo, las lombrices con sus galerías favorecen la infiltración del agua y mejoran la estructura del suelo.
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Minimiza la erosión del suelo debido a las cubiertas vegetales permanentes del suelo, ya que minimiza el impacto de las gotas de agua de la lluvia, favorecen la infiltración y disminuye el poder de erosión de las aguas de escorrentía.
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Favorece los contenidos de materia orgánica que es fundamental en la calidad del suelo (como hemos visto anteriormente).
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Mitiga el cambio climático, debido a su capacidad de retener carbono. Cuanto menos se labra, el suelo absorbe y almacena más cantidad de carbono. Además, minimiza el CO2 que se libera a la atmósfera ya que al no haber laboreo, el suelo no se oxigena y por tanto no hay oxidación de carbono que se emitirá en forma de CO2 a la atmósfera. También hay que tener en cuenta que, al no labrar, no se usa tanta maquinaria que es contaminante para el medio ambiente y que consume una gran cantidad de energía.
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Se reducen los costes debido a la reducción del número de operaciones, el tiempo y la mano de obra, sobretodo en la época donde hay mayor demanda (mayor producción con menos insumos).
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Ofrece un sistema de producción sostenible. Conserva los recursos naturales y mejora e incrementa la variedad de la fauna y la flora en el cultivo, sin reducir el rendimiento de este.
INCONVENIENTES:
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Existe un periodo de transición de entre 5-7 años hasta que el sistema agrícola de conservación alcance el equilibrio; pueden aumentar en este periodo las emisiones de N2O y disminuir los rendimientos.
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Se permite la utilización de fertilizantes sintéticos, y un uso no adecuado de ellos puede aumentar el riesgo de lixiviación además de que tardan mucho tiempo en degradarse.
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Si no se realiza un óptimo control de las coberturas vegetales, las rotaciones de cultivo y las variedades, es posible que sea necesario utilizar más productos químicos.
¿Qué es lo que se consigue con la agricultura de conservación?
En conclusión, la agricultura de conservación a largo plazo ofrece mayores ventajas y beneficios que la agricultura convencional, además de no ser tan perjudicial y beneficiar al medio ambiente.
Aunque hay que realizar un buen manejo y control de plagas y malas hierbas, para no producir más problemas que beneficios.
Un buen manejo de la agricultura de conservación puede originar condiciones ambientales más favorables; contrarresta el agotamiento de los recursos, contribuye de manera positiva a los problemas relacionados con los cambios climáticos y con la desertización y puede colaborar para mantener y mejorar la biodiversidad en una escala global.
El mantenimiento del suelo es clave en la gestión agrícola
De un tiempo a esta parte os venimos hablando de la conservación del suelo y de la sostenibilidad ambiental. Estos dos factores, que deben ir de la mano, suponen los grandes retos de la agricultura del siglo XXI, que es la agricultura actual.
Los agricultores son conscientes de que debemos proteger los suelos, que son el patrimonio de cada uno de ellos, a la vez que buscamos tres claros objetivos:
- Producir más
- Producir mejor
- Producir sostenible
Estos objetivos, gracias a las mejoras continuas en la fabricación de los insumos, son perfectamente compatibles. De lo que se trata es de conseguir que las prácticas agrícolas consigan la integración con la naturaleza (mediante el uso de fertilizantes sostenibles, por ejemplo).
De hecho, estamos viendo en las políticas europeas (la PAC) un cambio de paradigma en el concepto de suelo (cada vez más concienciados con su mantenimiento y protección, con planteamientos a largo plazo).
El suelo es el principal recurso del agricultor, y la agricultura sin labranza o de conservación va en esa línea
El suelo se encuentra en equilibrio con su entorno, de lo que se trata es de mejorarlo pero siendo sostenibles. Como decíamos antes, los agricultores saben bien que el patrimonio natural que poseen está en su suelo, y cada vez están más concienciados con los productos que añaden.
No solo hablamos de agricultura ecológica, sino que también la tradicional se está volcando en la eficiencia de los insumos (la focalización: añadir lo justo, y que sea medioambientalmente respetuoso).
Una de las cuestiones que más nos preguntan en Sembralia es acerca de las transformaciones del suelo (orgánicas e inorgánicas). Es decir, el conjunto de procesos que conllevan cambios de composición y forma de los compuestos orgánicos o inorgánicos que pueden afectar al material del suelo.
Se dice que la gestión sostenible del suelo es el gran reto para la agricultura actual porque es clave en la conservación de nuestro patrimonio rural.
Cuando hablamos de sustancias húmicas (como los ácidos húmicos y fúlvicos) o de las micorrizas, siempre nos preguntan por la importancia del bioma (macrofauna, microfauna y microbioma). Y es que esos pequeños microorganismos son el foco de atención de quienes buscan naturalmente mejorar los suelos. El suelo es un recurso ecosistémico bajo serias presiones por el uso de la tierra.
La materia orgánica del suelo (también llamada MOS por sus siglas) es clave para la fertilidad del suelo, mejorando la estructura del suelo y los procesos asociados de humedad y aireación del suelo y proporciona nutrientes. En ese sentido, es importante hacer un seguimiento de la evolución y estabilización en equilibrio con las condiciones climatológicas.
¿Sabías que el tiempo que se necesita para formar un suelo es del orden de miles de años (se ‘regenera’ en una media de 0,1-1 mm/año)? Por eso se suele decir que el suelo es un recurso NO renovable, aunque realmente eso no es del todo cierto. Por así decirlo, los procesos siguen haciéndose, pero a un ritmo que no nos permitirá verlo en un ciclo de vida humana.
En cualquier caso, de lo que se trata es de conseguir mantenerlo en las óptimas condiciones el mayor tiempo posible, para evitar que se degrade. En definitiva, la clave de la conservación del suelo está en el mantenimiento.